GRACIAS
Gracias a los trabajadores de la sanidad, de la alimentación, del transporte, de las fuerzas armadas y de seguridad, agricultores y ganaderos, servicios a todos estos sectores, y tantos otros héroes anónimos que, a cambio de su salario habitual, de unos ingresos normales, tienen que hacer frente, con riesgo de su propia salud, a algo no habitual, no esperado, no imaginado.
La SOCIEDAD CIVIL es así, se crece ante las dificultades, se contagia más si cabe de los valores de la generosidad y del compromiso solidario con los demás, que del maldito virus que amenaza con cambiar nuestras vidas. De hecho las está cambiando a una velocidad impensable.
No hace ni un mes que nuestra existencia era previsible, que nuestros planes cotidianos hablaban de trabajo, fines de semana en familia, cumpleaños, comuniones, viajes, y de lo que normalmente ocupa nuestras conversaciones y nuestros actos.
Veíamos a ciudadanos en otras latitudes luchando contra la pandemia, sufriendo bajas, confinamientos y limitaciones a su vida, sin pensar lo cerca que estábamos de pasar por ese mismo devenir, más pronto que tarde.
Nos ha alcanzado, de una forma tan cruel y despiadada, en especial con nuestros mayores, que genera una psicosis de catástrofe que amenaza con cambiar definitivamente nuestras vidas, incluso en algunos casos, de acabar con ellas.
Saldremos adelante, venceremos y sobreviviremos, la mayoría, y habremos aprendido a valorar, más que nunca, esa generosidad de la SOCIEDAD CIVIL, que habrá hecho más llevadero el trance, más aliviado el confinamiento, más cercano que nunca el apoyo entre unos y otros para salir adelante.
